ZÉ PERDIGAO Y MÚSICOS ARGENTINOS OFRECIERON UN SHOW ÚNICO DE FADO
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Andrea Lopes
Envíe sus textos y comentarios a lusodescendientes@yahoo.com.ar
Como ya es
un clásico en un alto porcentaje de los días donde hay función de fado
en Buenos Aires, la madrugada sorprendió a los primeros que se animaron a
despertarse con una lluvia tenaz, tal vez ya asociándose con la saudade
del show que iba a suceder en solo algunas horas.
La tarde fue
transcurriendo para dar paso al momento en que la Usina del Arte abría
sus puertas para recibir al gran cantante portugués Zé Perdigao,
recientemente nombrado Huésped de Honor por la Legislatura de la Ciudad
de Buenos Aires.
La gente
esperaba expectante para entrar al lugar en el que se iba a desarrollar
el concierto. Tiempos de encuentros. Excelentes excusas para que algunos
vuelvan a verse después de mucho tiempo, tal vez años.
Con la sala
llena de espectadores, entraron primeramente los músicos. Luego se oyó
la profunda voz del cantante llenando el lugar y ocupándolo todo con su
magia.
Dueño de un
carisma como pocos, canta, y cuando lo hace trasciende los espacios, las
palabras dicen más que los versos que las componen, crea instantes
donde todo Portugal está presente en cada nota.
Un cantante
que elige no traer músicos sino compartir escenarios con músicos
originarios del lugar donde se presente, ya que según sus propias
palabras, la música es una lengua universal y la creación de fronteras
es algo que solo podría haber realizado el hombre.
Tanto él
como los músicos recibieron el mejor regalo: aplauso tras aplauso luego
de interpretada cada una de las canciones que formaron parte del show
perfecto que se brindó hoy en la Usina del Arte.
Los
excelentes músicos que lo acompañaron, no se quedaron atrás, ofrecieron
lo mejor de ellos, algo que muestra la calidad notable que se tiene para
ofrecer al mundo.
Nacho
Cabello se puso al hombro esta tarea de reunir a un gran conjunto, en
una tarea sin precedentes, para darle forma al espectáculo con que los
presentes se regalaron hoy.
Alberto
López ofreció su arte con la gaita gallega y sorprendiendo, gratamente,
con el acordeón, como muestra que no hay límites en la conexión musical
entre países cuando los une el corazón.
Mariano Gora
en guitarra y percusión y Nicanor Suárez en contrabajo fueron un lujo
aparte para este gran evento en que la música envolvió a todos.
Pablo Brinzoni al piano fue otro acierto para llenar de luz la noche en que Portugal se acercó hasta Argentina.
Y luego, por
si fuera poco, el baile flamenco de Paula Suárez unido a la voz de
Perdigao, le dieron un giro inesperado a esta noche, rompiendo una vez
más los limites de la música y uniéndola más.
Talento,
humildad y carisma puesto al servicio de un show en el cual lo que
primordió fue la belleza del lenguaje musical con un objetivo principal:
transmitir el sentimiento con todas las fuerzas de la que se es capaz.
Y todos los que estaban arriba del escenario, lograron totalmente ese objetivo, de eso no me caben dudas.
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