LAS RESURRECCIONES DE PESSOA/ Un notable artículo de Nelson Fredy Padilla en EL ESPECTADOR

Poesía que inspira a grandes escritores

Las resurrecciones de Pessoa

Por: Nelson Fredy Padilla

¿Por qué detrás de las monumentales obras literarias de Antonio Tabucchi, muerto la semana pasada, y del Nobel José Saramago están los versos del poeta portugués? ¿Por qué leerlos?

Fernando Pessoa, el incomprendido, siempre con el borrador de un poema en la mano, caminando por Baixa. Fernando Pessoa, el incomprendido, siempre con el borrador de un poema en la mano, caminando por Baixa.

Ahora que Antonio Tabucchi murió, se cumplió uno de sus sueños: descansar en paz, hecho cenizas, en el mismo Cementerio de los Placeres que recibió los restos de Fernando Pessoa en 1935. También pidió cremación y volver a la tierra en Lisboa, bajo las raíces de un olivo, el Nobel de Literatura José Saramago. Los tres unidos por la poesía del primero y la poética común a sus obras.
Pessoa murió a los 47 años de edad (1888-1935) a causa de una cirrosis generada por el aguardiente Águila Real. En vida sólo publicó Mensaje y dejó una monumental obra inédita que discípulos como Saramago y Tabucchi se encargaron de universalizar. El mejor Saramago está en El año de la muerte de Ricardo Reis, novela en la que lleva al exiliado heterónimo de Pessoa de regreso a la capital portuguesa para hacerle un homenaje a su poesía en el preludio de la muerte; al hombre que “hizo versos como los versos se hacen, como si fuese la primera vez”; el Fernando que “nunca llegó a tener verdaderamente la certeza de quién era, aunque esa duda hace que nosotros vayamos consiguiendo saber un poco más quiénes somos”.
Tabucchi fue aún más apasionado con el Pessoa que descubrió en la Sorbona en el poema Tabaquería (“No soy nada./ Nunca seré nada./ No puedo querer ser nada…”): tradujo toda su obra al italiano, se hizo portugués, encontró en María José de Lancastre amor y, cómplice de esa nacionalidad, escribió en esa lengua Réquiem, su alucinante búsqueda del fantasma de Pessoa. Eso sin olvidar Un baúl lleno de gente: Escritos sobre Pessoa y Pessoana mínima. Con ese humor que lo caracterizaba, con esa dulce voz ronca de fumador empedernido, sostenía Tabucchi: “Me lo ha enseñado todo/ me ha enseñado a mirar las cosas/ me señala lo que hay en las flores/ me muestra la belleza de las piedras…”.
Como a Pessoa el licor, Tabucchi intuyó que lo mataría un cáncer producido por el cigarrillo y gran parte de su obra la escribió para explorar la muerte, desde los relatos de Los volátiles del Beato Angélico hasta Tristano muere; la muerte en Lisboa como la reconstruyó en Los últimos tres días de Fernando Pessoa, afeitado, huyéndole al dolor junto a tantos heterónimos que los estudiosos de Pessoa han revivido por cien.
La muerte de Saramago hace casi dos años fue una resurrección de Pessoa. La de Tabucchi la semana pasada, otra. Bien dijo el secretario de Estado de Cultura de Portugal, el escritor y editor Francisco José Viegas: “Tabucchi no era sólo el amigo íntimo de Lisboa, el amigo íntimo de nuestra literatura, el gran divulgador de Pessoa, era el más portugués de todos los italianos”.
No dependemos de un tratado sobre heteronimia ni de uno sobre psicoanálisis freudiano para acercarnos a la obra de Pessoa. Basta que volvamos sobre sus versos para que su espíritu resucite. El porqué lo explicó el Departamento de Literatura de la Universidad de los Andes en una bella exposición a finales del año pasado: “porque es el mayor mito literario de Portugal... Pessoa fue el único escritor del siglo XX que desplazó en el imaginario lusitano al escritor por excelencia de la nación portuguesa, Luís de Camões, equiparable a Dante, Goethe, Cervantes o Shakespeare en la historia literaria de sus respectivos países. Alcanzó, así, una verdadera proeza: darle un carácter fundacional a su obra, moderna, ampliamente fragmentaria y que abarca todos los géneros”. Fernando Pessoa se llama la Cátedra de Estudios Portugueses creada en esa universidad con el apoyo del Instituto Camões.
Para Pessoa la muerte no era más que “la curva del camino”, “morir es sólo no ser visto…”, en su caso para ser leído. “El desconocido de sí mismo”, como lo llamó Octavio Paz, es cada vez más el conocido de todos —como Borges—, así los “más pessoanamente pessoanos en Pessoa” hayan sido Saramago y Tabucchi.

DIARIO EL ESPECTADOR, Colombia

Envíe sus textos y comentarios a lusodescendientes@yahoo.com.ar

Comentarios

Entradas populares